El reposo del guerrero

Resumen

Cuando me encomendaron el editorial de este número, pensé que había un tema excluyente y era rendir homenaje a quien fuera el editor paradigmático de esta revista.
Mario Aggio, presentó la renuncia como Editor Responsable hace unos días, aduciendo que debía dar un paso al costado, después de 20 años en el cargo.
Hablaba en su carta de cansancio y de permitir que nueva sabia corra por estas páginas.
-¡Cómo alguien puede estar 20 años al frente de algo! repetía, y argumentaba, con humor: ¡no me quisieron aceptar la renuncia muchas veces!- decía en su descargo.
Al final, con la modestia de siempre, nos presentó la renuncia al Director de la Revista, Fernando Carignano y a un servidor.
Sus argumentos eran impecables e irrebatibles, y por tanto, no podíamos negarnos a aceptar que se aparte del cargo.
Seguirá integrando no obstante, el Comité de Redacción y la Secretaría Científica, donde, claro, no lo dejaremos renunciar,  aunque se enoje.
Todos recordamos la primer revista, y que, como Mario decía, debía ser el lugar donde los médicos de Bahía Blanca nos comunicáramos entre nosotros, dijéramos qué estábamos haciendo y ayudáramos a los residentes y médicos en formación a hacer sus primeras armas en la publicación de trabajos científicos.
Desde aquella primera revista, a esta actual, con excelente impresión, continuidad y  perspectivas por estar en el LILACS, ha pasado mucho tiempo.
Y en toda esa etapa, Mario estuvo al pié del cañón, poniéndole el pecho a los problemas, que no fueron pocos. Vaya si es harto complicado explicarle a un colega que su trabajo científico debe ser revisado, cuasi una herejía.
Será deber de las actuales autoridades, realizar una selección impecable del nuevo Editor Responsable, para que mantenga el prestigio y la independencia de criterio que siempre fue una bandera esgrimida desde el origen de la revista.
Será muy difícil encontrar a alguien que cumpla todos los roles que él tenía.
Porque, cuando uno debatía con él, no estaba sólo avalado por sus pergaminos detrás, sino por  su estilo de manejarse por la vida, que hacía muy difícil no prestarle atención a sus críticas.
Los vaivenes de nuestro país no fueron ajenos a la revista: hasta hubo épocas donde los costos fueron imposibles de soportar y en su carta de renuncia, Mario también tuvo palabras sarcásticas de perdón, hasta para quienes le mezquinaron presupuesto...
Porque claro, tampoco vamos a beatificarlo: no creo que le gustaría eso.
Si hasta me parece estar escuchando sus comentarios sobre los anglicanismos, barbarismos y demás yerros de este editorial.
Para Mario, sólo nos quedan palabras de agradecimiento: esta revista es su hija putativa, mal que le pese.
Nos queda, eso sí, un consuelo: ahora tendrá mas tiempo para jugar al golf.
Y estoy seguro que sus amigos de links dirán que, como golfista, fue un excelente editor.
Gracias Mario.