La responsabilidad del ser médico
Resumen
Si lleváramos a cabo una encuesta entre la población general sobre la característica saliente que debe tener el médico ideal, es probable que la respuesta más frecuente sea «aquél que mejor trata a sus pacientes». También es factible que muchos de nosotros, galenos, respondamos en el mismo sentido, aderezando la contestación con términos como «...el que diagnostica mejor y más rápido...»; «...el que instituye la terapéutica más eficiente...»; «...el que resuelve la patología más compleja..», etc..
Ignoramos cabalmente, de este modo, que el profesional de la salud que mejor le sirve a la gente es aquél que procura que ésta no se enferme y que siente como un fracaso la aparición de una dolencia.
Día tras día y con llamativa asiduidad, vemos casi tangiblemente que la pobreza, la inseguridad, la marginalidad o el analfabetismo son noxas mucho más importantes, a la hora de producir afecciones y muertes, que las que nos enseñaran en nuestras Universidades. ¿Cumplimos nuestro trabajo cuando diagnosticamos correctamente y prescribimos un medicamento a un paciente, a sabiendas que éste no podrá comprarlo y, consecuentemente, no solucionar su problema sanitario?. ¿Nos sentimos conformes cuando damos de alta a un enfermo y lo reintegramos a su medio social que, de seguro, reproducirá su padecimiento, o lo cronificará, o instituirá otro.? ¿No nos ronda el desaliento cuando vemos a un pibe con un futuro restringido al lumpenaje por causa del hambre, del hacinamiento o de los tóxicos?
En nuestra opinión, la respuesta surge clara: los médicos deberemos ocuparnos integralmente de nuestro pueblo. Deberemos identificar, señalar y, si cabe, combatir, todas estos formidables productores de daño para la gente que nos confía su bien más preciado.
No alcanza, para ello, con los conocimientos adquiridos, ni con nuestra preocupación en mantenerlos vigentes, ni con nuestro esfuerzo diario para conciliar los escasos medios con las muchas demandas. Tendremos, sin duda alguna, que involucrarnos para entender que hay agentes mórbidos que no son bacterias, ni virus, ni mutaciones. Tendremos, en suma, que asumir nuestra responsabilidad primigenia, que es ocuparnos de que nuestra grey permanezca sana. Gran carga en los tiempos que corren, pero es la misión que elegimos y que no admite exenciones.
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