Un camino hacia el futuro

Resumen

Los médicos hemos tenido el privilegio de ser actores principales de los fascinantes avances en los conocimientos biológicos y médicos de los últimos cincuenta años. Estos logros le han otorgado a las ciencias biológicas y a la Medicina un prestigio social que ha generado en las personas la esperanza casi universal que, con el transcurso del tiempo, se logrará dominar todas las enfermedades, mejorar la calidad de vida y prolongar sus expectativas. Hemos tenido la suerte de ser testigos de la incorporación de impresionantes procedimientos diagnósticos, del descubrimiento de nuevos medicamentos específicos cuya eficacia con escasos efectos colaterales han sido espectaculares en la evolución favorable de múltiples enfermedades, así como los nuevos procedimientos quirúrgicos algunos imaginados alguna vez desde la ciencia ficción. Estos adelantos han modificado el modo cómo practicamos hoy la medicina, diferente a la aprendida pocos años atrás. Los avances en biología molecular y en ingeniería genética, ha sido de tal magnitud que los médicos hemos tenido que aprender nuevos conceptos y adaptarnos a un nuevo lenguaje biológico, para entender los mecanismos de algunas enfermedades. El mérito nuestro ha sido poder incorporar los nuevos conocimientos y tecnologías a la práctica profesional y, aplicarlos en beneficio de los pacientes.

En el campo de la Salud Pública, hemos sido testigos también de un significativo progreso, en el aumento de las expectativas de vida y en una sustancial disminución de los índices de mortalidad, sobre todo la infantil. Esto se ha debido en parte a un desarrollo social, económico y tecnológico global, pero también a nuestras acciones médicas específicas para fomentar el estado de salud individual y la prevención de las enfermedades a nivel social. Sin embargo los médicos sabemos que, pese a este notable progreso de la Medicina, todavía existen importantes limitaciones en el conocimiento etiológico, fisiopatológico y terapéutico. En el terreno quirúrgico todavía presenciamos algunos procedimientos agresivos que, aunque hoy necesarios, no dejan de ser mutilantes. A pesar de ello, la mayoría de nosotros, así como la población en general, tienen una fe casi ciega que, con el avance en los conocimientos biomédicos, se logrará superar estas limitaciones.

Con este panorama de progreso biomédico continuo y acelerado, predecir cómo será la medicina y el ejercicio profesional en los próximos años pareciera ser un intento aventurado. A lo sumo, podemos especular sobre algunos rasgos de la Medicina del futuro. De lo que si podemos estar seguros es que estos avances modificarán el modo de practicar la Medicina y los enfoques terapéuticos realizados a a nuestros pacientes, También asistiremos a cambios estructurales en la organización social de la atención sanitaria. Este progreso científico y tecnológico, planteará seguramente desafíos en lo político, económico y social, como así también un cambio cultural en los médicos y en las formaciones de grado y posgrado de la medicina. La observación de la realidad actual nos hace prever que, en una época de preocupación por contener los gastos médicos, los incentivos financieros y profesionales serán cada vez menos congruentes con el principio de la beneficencia, que ha sido crucial para la Medicina por más de dos milenios. Este fenómeno complicará e intensificará los dilemas éticos que ella enfrenta. En este contexto, y como una exigencia del espíritu y la conciencia moral, la ética médica y la bioética acrecentarán su presencia en su análisis teórico y práctico, constituyendo una preocupación creciente para la educación médica y las organizaciones societarias del cuerpo médico. En efecto, en términos relativos, la reflexión más importante actual que acosa a la Medicina no se sitúa en el campo de las ciencias y la tecnología, sino en la bioética y la ética profesional. Es aquí donde, se definirá el futuro de la Medicina y de la práctica médica. Así, en el plano biológico y médico es necesario reflexionar sobre la manipulación genética del embrión, la fertilización asistida, el trasplante de órganos, el control de la natalidad, el aborto, la eutanasia, la clonación de seres humanos, y aclarar si estos temas tienen respuesta exclusivamente en la ciencia experimental y la tecnología. También es importante preguntarse si la Medicina es sólo una profesión para ganarse la vida, o si el modo de organizar la atención en salud de la población es un problema meramente técnico o económico. Es claro que los valores en Medicina no se refieren sólo al ejercicio profesional, sustentado en la relación médico-paciente, sino que también a las dimensiones éticas de los sistemas organizativos de la atención médica de la población, de modo de lograr que todos los seres humanos tengan acceso a los beneficios del saber médico y sus adelantos científicos y tecnológicos. La búsqueda de conceptos sociales y filosóficos que ayuden a los médicos a esclarecer los fundamentos de la Medicina, pueden significar, para su futuro, la diferencia entre seguir cumpliendo un objetivo humano de raíz ético-asistencial, que se expresa en una relación del médico con el paciente, de carácter interpersonal y una Medicina al servicio del hombre; o bien, enceguecida por el cientificismo y el nihilismo moral, convertir la atención de la salud y el ejercicio profesional en una relación despersonalizada que considera al paciente como un objeto —y tal vez una mercancía— con el riesgo de precipitarse así en el abismo de su decadencia y tal vez de su fin.

En este contexto las facetas que parecieran ser más importantes para el análisis y las definiciones de la medicina del futuro son aquellas relativas a la investigación biomédica y al desarrollo tecnológico; a la práctica profesional y la terapéutica; a la organización de la atención en salud y, por último, y no por ello menos importante, a la Medicina como Ciencia del Hombre.